Los furiosos ataques protagonizados ayer en Brasil, contra la Casa de Gobierno, el Congreso y el Tribunal Supremo, tornan imposible no reflexionar sobre la Argentina.
El presidente Alberto Fernández, por desconocer un fallo de la Suprema Corte de Justicia y las maniobras por desplazar a los integrantes del tribunal supremo, junto a las recordadas 14 toneladas de piedras contra el edificio del Congreso en épocas del gobierno de Mauricio Macri, las convocatorias de Hebe de Bonafini a abalanzarse sobre los tribunales u otros personeros de los K incitando a colgar a Macri y opositores en la Plaza de Mayo, las denuncias que previenen sobre un fraude electoral este año, o las reiteradas amenazas de «resistencia» si el kirchnerismo y el peronismo aliado a esa corriente pierden el gobierno, ¿no comparten rasgos golpistas y sediciosos con lo acontecido en el vecino país?.
Lula, en su primera declaración, emparentó el ataque a la institucionalidad brasileña con mentalidades «nazis y stalinistas», aunque luego se corrigió y se quedó con un genérico «fascistas».
Lo que se escucha y ve en la Argentina, ¿no merece la misma categoría?.
Por cierto, cabe el más enfático repudio a los ataques de las bandas fascinerosas que actuaron en Brasil y el más rotundo apoyo al presidente Lula y a la institucionalidad brasilera.
Los episodios, son aleccionadoras. ¡¡¡ Estemos alertas !!!
