viernes, 26 de abril de 2024
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8 variables y 1 modelo para el máximo rinde de maíz en Año Niña en el Norte de Córdoba

Una de las certezas con las cuales se ingresa a la nueva campaña agrícola es que transcurrirá con lluvias más bien pobres, por efecto del fenómeno Niña que estará presente en los próximos meses. Los rindes, por consiguiente, tenderán a ser inferiores a los de un ciclo normal. No obstate, “los datos integrados de las últimas campañas muestran que se puede obtener un diferencial de rendimiento de 1600 kilos por hectárea sólo con el ajuste de algunas decisiones de costo cero”, enfatiza el Dr. Emilio Satorre, catedrático, consultor y referente en el mundo agrícola.

Él fue el principal actor de una Jornada On Line organizada por RAVIT, Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica, que dirige el Ing. Agr. Esteban Tronfi. Viene trabajando 2 millones de hectáreas ubicadas en el Norte de Córdoba con la participación de 50 productores. En éste área se miden sistemáticamente 120 variables que permiten entender de una forma única cómo las decisiones y el ambiente influyen en el rendimiento.

Dado que el clima se presenta como una fuerte limitante en este ciclo importa tomar en cuenta que “cada milímetro de lluvia caído en la estación de crecimiento del cultivo proveyó 10,2 kilos de grano de maíz por hectárea en 2019/20 y 10,6 kilos si se consideran las dos campañas anteriores”.

Rinde promedio
El relevamiento de la última campaña arrojó un rendimiento promedio para el maíz en el norte cordobés de 8.249 kilos por hectárea, pero con una variabilidad importante en los resultados.

“Hubo casos que apenas alcanzaron los 3.000 kilos y otros que llegaron prácticamente a los 13.000 kilos. Justamente esa disparidad es la que nos interesa explicar, tratando de discernir cuáles son los factores o componentes que tuvieron más efecto sobre el rinde”, señaló Satorre.

El ambiente
El ambiente juega un rol fundamental en ese aspecto y explicó el 21% de la variabilidad total de los resultados. “Son condiciones de sitio, algunas de las cuales no podemos manejar, como el clima, y otras que dependen exclusivamente de conocer los suelos en cada lugar”, argumentó Satorre.

En el área analizada los cultivos se sembraron sobre suelos sanos, sin problemas de sodio ni salinidad, y fértiles con buen contenido de materia orgánica y una alta capacidad de intercambio catiónico.

Además, los suelos estaban bien provistos de fósforo, azufre y presentaron buenos contenidos de potasio y magnesio entre otros minerales analizados previo a la siembra”, confirmó.

Decisiones de manejo
Satorre apuntó “cada milímetro de lluvia ocurrido en la estación de crecimiento del cultivo proveyó 10,2 kilos de grano de maíz por hectárea en 2019/20 y 10,6 kg si se consideran las dos campañas anteriores”.

Sin embargo, sostuvo que las decisiones de manejo atenuaron el efecto ambiental y explicaron casi el 80% de la variabilidad de un modelo simple con 64% de ajuste. “Los mayores rendimientos estuvieron fuertemente ligados a todo aquello que afectó principalmente al número de granos, y en menor medida al llenado de granos. Por eso, la elección del genotipo y las decisiones sobre fecha y estructura de siembra tuvieron un alto impacto”, indicó Satorre.

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Fecha de siembra
Por el lado de la fecha de siembra, la recomendación del profesional pasó por realizar la implantación durante el mes de diciembre.

“Nunca sembraría antes del 30 de noviembre, pero tampoco lo retrasaría mucho más allá del 1 de enero. En el norte cordobés, más del 25% de los lotes se siembran tarde en diciembre con el objetivo de acumular agua y eso puede llevar a malos resultados”, aconsejó.

Densidad de siembra
En tanto, sobre la densidad de siembra describió una diferenciación entre zonas: mientras al sur se maneja una densidad de entre 55 y 60 mil plantas, al norte se opta por una estrategia más conservadora que ronda entre las 51 y 59 mil plantas.

En este aspecto, alertó que uno de cada tres lotes de maíz tuvo indicadores que sugieren problemas de calidad de siembra, un aspecto que puede llegar a ser determinante en un escenario de año seco como se prevé para la próxima campaña.

Nutrición
La nutrición del cultivo explicó el 25% de la variabilidad de resultadosy se asoció al manejo del nitrógeno.

Describiendo la dinámica de los cultivos en la región Satorre mencionó que “los cultivos necesitaron absorber alrededor de 27 kilos de nitrógeno para producir una tonelada de maíz y que el aporte aparente de la mineralización al total de nitrógeno absorbido por el cultivo sería de entre 140 y 150 kilos en promedio para los lotes de la región”.

En el relevamiento, se detectó que el 25% de los lotes de la región no se fertilizaron y expuso el efecto de esas decisiones de presiembra sobre el rendimiento final del maíz: mientras que aquellos productores que no hicieron ningún tipo de fertilización obtuvieron un promedio de rinde cercano a los 7000 kilos por hectárea, aquellos que fertilizaron con nitrógeno llegaron a incrementar esos rindes a 8300 kilos, y los que obtuvieron mejor resultado fueron los que se inclinaron por fertilizar con nitrógeno y fósforo, alcanzando los 8900 kilos promedio.

Plagas, enfermedades y genética
Finalmente, el último factor considerado estuvo relacionado al manejo de plagas, enfermedades y su interacción con la genética elegida, que en conjunto explicaron el 28% de la variabilidad de resultados.

En ese sentido, y a diferencia de la anterior campaña, la presión de plagas no fue muy importante. En tanto, las únicas enfermedades que tuvieron alguna incidencia fueron la roya y el tizón, que en algunos lotes puntuales superó el 45% en el primer caso y apenas 10% en el segundo.

En estas condiciones el estado de las plantas a cosecha resultó significativo: “Solo el 2% de plantas quebradas podrían explicar hasta 170 kilos de merma de rendimiento en el momento de la cosecha”, concluyó el especialista, sobre los datos de la campaña pasada.

Modelo de predicción
Este año, el proyecto RAVIT dio un paso más, integrando el análisis de las últimas tres campañas para construir un modelo de predicción con las 8 variables más significativas para determinar el resultado final del cultivo.

“Del ambiente justamente las lluvias y las características del lote son las más importantes. Asimismo, en cuanto al manejo, aquellas asociadas a la estructura, fertilización y protección aparecen como las responsables de atenuar el efecto ambiental de los años malos”, juzgó Satorre.

En un año seco
En ese marco, brindó un ejemplo de referencia bajo un escenario desfavorable de año seco donde el modelo ajustado con los datos integrados de las últimas campañas mostró que se puede obtener un diferencial de rendimiento de 1600 kilos por hectárea sólo con el ajuste de algunas decisiones de costo cero.

“No se necesita cambiar ni la densidad, ni la fertilización. Tan solo hay que elegir sobre la base del impacto de las variables que sugiere el modelo las mejores situaciones para la rotación del cultivo, la elección correcta del genotipo y adelantar levemente la fecha de siembra”, ejemplificó.

El Gran desafío
Esteban Tronfi, director de RAVIT, manifestó que “este modelo no es una receta, simplemente otorga un marco e información para el razonamiento. El gran desafío que tenemos por delante ahora es mejorarlo y ajustarlo para poder hacer diagnósticos más rápidos y poder aplicarlo en las decisiones diarias.

También fue parte del encuentro el gerente general de UPL Argentina, Rodrigo Ramírez, compañía que brinda su apoyo a la Red.

Para Ramírez el trabajo con RAVIT “es una forma de abordar la agricultura en escala de forma colaborativa, con aprendizaje constante y junto a los que más saben. Las cosas tienen más valor en la medida en que se comparten y eso va a marcar una diferencia fundamental respecto a lo que viene a futuro”.

Pixel por pixel
“Los ambientes han cambiado, la genética ha cambiado, y tenemos que empezar a entender cómo es esa nueva relación de las plantas con los estrés. Para ello contamos con tecnologías que aportaron un paquete de 25 mil datos para entender el funcionamiento de los cultivos en las últimas campañas. La apuesta es multiplicar la cantidad de información varias veces, esa gran Big Data no la podemos seguir manejando como lo hacíamos anteriormente. El gran desafío hacia futuro es construir y aplicar estos modelos en el día a día, pixel por pixel de campo”, cerró Tronfi.

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