martes, 23 de abril de 2024
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Maní sustentable: afirman que con buenas prácticas agrícolas se reduce el impacto ambiental del cultivo

En Argentina, se cultivan cada año aproximadamente 400 mil hectáreas de maní, en un proceso en el que anualmente se van añadiendo nuevas zonas productivas, y por cual ya se ha convertido en una verdadera economía regional en Córdoba.

En ese sentido, un aspecto fundamental es que la industria del sector, nucleada en la Cámara Argentina del Maní (CAM), viene realizando un trabajo en profundidad para reducir al mínimo los riesgos productivos y ambientales que en muchas ocasiones suelen asociarse a este cultivo, y que en realidad están vinculados a la ejecución de prácticas agronómicas inadecuadas de cualquier cultivo.

Por eso, una de los principales argumentos es que las técnicas modernas de producción garantizan que se evite la erosión eólica, hídrica y otros problemas que suelen asociarse erróneamente a esta leguminosa,

Maní sustentable
Entre los argumentos de la entidad con respecto al aporte a la sustentabilidad por parte del maní, la entidad que nuclea a la cadena manicera señala que, “en primer lugar, vale recordar que, botánicamente, el maní es una leguminosa, lo que significa que mejora la carga de nutrientes de los suelos por su capacidad de fijar el nitrógeno del aire”.

En este sentido, sostienen que “el cultivo de maní es sustentable siempre que –como ocurre con cualquier otro cultivo– se realice bajo buenas prácticas agrícolas”. A lo que agregan, que en la actualidad “las técnicas y tecnologías utilizadas han evolucionado a lo largo de los años y nada tienen que ver con las que se utilizaban en el pasado”.

Como primera medida, recalcan que “el maní hoy en día se implanta con laboreo mínimo o siembra directa en el caso de que el cultivo antecesor lo permita; es decir, no genera una alteración de la estructura del suelo diferente a la que provocan otros cultivos”.

“De todos modos, el factor a remarcar es que la sustentabilidad del maní depende de la sustentabilidad que tenga la rotación: es un cultivo que se integra dentro de un plan de largo plazo, pensando en coberturas permanentes para evitar las voladuras de los suelos”, afirman desde la CAM.

De esta manera, explican que “el arrancado es una práctica inherente al maní: no existe otra forma de cosecharlo. Por eso, el sembrado inmediato de un cultivo de cobertura posterior a este momento es esencial”. Y como un aporte a la sustentabilidad de los planteos, recomiendan que “las gramíneas de invierno, como el centeno, son una buena opción por el entretejido verde que generan y disminuyen los riesgos de erosión eólica”.

Estudios
Desde de la Cámara Argentina del Maní (CAM) subrayan que junto a la Fundación Maní Argentino y al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), “se realizan de manera permanente investigaciones para aportar más opciones que permitan ajustar las prácticas y seguir mejorando la producción del maní, con el foco en que tenga el menor impacto ambiental posible”.

De acuerdo a la CAM, “los estudios realizados a lo largo de los años demuestran que, incluyendo al maní en la rotación en períodos que van entre cuatro y cinco años, no solo no se afectan los cultivos posteriores ni el estado de los suelos, sino que el productor obtiene importantes recursos económicos”.

En base a todos estos argumentos, la entidad afirma que “el maní cultivado bajo buenas prácticas agrícolas, y dentro de una rotación integral, suma al sistema tanto biológico, como agronómico y económico”.

 

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