“La utilización de cebos agrícolas es la única herramienta eficaz para disminuir poblaciones ya que las aplicaciones de insecticidas líquidos han demostrado ser muy erráticas y poco eficientes”, señala un reporte técnico difundido por Rizobacter referido a las plagas de Bichos Bolita, Babosas y Caracoles.
Para Bichos Bolitas, la empresa ha desarrollado estrategias de control basadas en Clartex X-tra, un cebo banda verde que recomienda aplicar 15 días antes de la siembra. Su principio activo Acetamiprid 1,6%, tiene amplia residualidad una vez aplicado y es seguro para operarios y medio ambiente, se puntualiza en el informe.
Para Babosas y Caracoles, propone un molusquicida específico, Clartex + R TDS, formulado con metalheído 5. Actúa deshidratando a los moluscos a través del contacto y la ingestión y mantiene, además, su atractividad por largos períodos permitiendo un control extendido en el tiempo, agrega.
También se subraya que el control de estas plagas comienza de forma preventiva. La realización de monitoreos es fundamental para visualizar que están presente, además que, a diferencia de los insectos de suelo, generalmente se encuentran en sectores específicos del lote.
La incidencia del bicho bolita
Armadillidium vulgare es una de las especies de bicho bolita que más daño origina al producir lesiones transversales y longitudinales en la base de las plántulas. El ciclo biológico es particular, ya que son capaces de vivir hasta cuatro años. Son los únicos crustáceos que no habitan en el agua, aunque precisan de todas maneras ambientes húmedos. Poseen una especie de “armadura” que los protege de condiciones adversas asegurándoles la supervivencia en el tiempo.
Los umbrales no son estáticos, por el contrario, para hacer un adecuado control se deberá prestar atención a otros elementos de monitoreo como la distribución del rastrojo durante la cosecha. La alta concentración tras la cola de la cosechadora favorecerá al refugio de esta plaga dado que en ese lugar la humedad es más alta.
Otra situación para considerar, es la siembra de lotes en forma temprana con bajas temperaturas de suelo, o potreros con alta concentración de materia orgánica ya que estas condiciones pueden demorar la emergencia exponiendo a la semilla a la posibilidad de ser atacada por los bichos bolita.
Babosas y caracoles, devastadoras
Las babosas y caracoles son una de las plagas más devastadoras de la agricultura a nivel mundial. Por su gran voracidad –pueden consumir hasta el 50% de su peso vivo en una sola noche– es necesario un control rápido y eficiente.
El ataque de los moluscos se manifiesta por daños en las hojas, pecíolos y brotes, que reducen la superficie fotosintética y afectan de esa manera el crecimiento y rendimiento de los cultivos, e inclusive, la pérdida total de la planta.
Son, además, vehiculizadores de bacterias, virus y hongos que transmiten a través del mucus y de su aparato bucal masticador. Atacan a todos los cultivos y persisten en los lotes consumiendo cualquier tipo de material orgánico, inclusive residuos animales además de los vegetales.
Los umbrales de daño económico son relativamente bajos -entre 2 y 4 babosas/m2– lo que hace imprescindible la práctica de monitoreo sistemático de todos los lotes, todos los años para alcanzar controles efectivos y rentables.
Siembra directa y cultivos de servicio
No cabe duda de que la siembra directa en Argentina tiene un alto nivel de adopción por las mejoras extraordinarias que produce sobre el sistema donde se cultivan de manera extensiva los cereales y oleaginosas del país.
Entre otros puntos positivos que surgen de esta práctica, se destacan la disminución de la erosión eólica e hídrica, la mayor retención de humedad en el suelo, el aporte continuo de rastrojo que cubre el lote y libera nutrientes permanentemente y una mejora en la estabilidad de los agregados.
Pero todos estos beneficios también aplican para el desarrollo de plagas como bichos bolita, babosas y caracoles, que han proliferado por las buenas condiciones que encontraron para su supervivencia, afectando en algunos casos el stand de plantas y la calidad de cosecha.
Por otra lado, el creciente aumento de superficie de los cultivos de cobertura o servicio, que tienen como fin cubrir de manera óptima el suelo en el periodo entre un cultivo de renta y el siguiente, también crean un ambiente con humedad, temperatura y materia orgánica que necesitan estas plagas para sobrevivir.
El monitoreo permanente, el control de plagas y la adopción de técnicas de manejo de los rastrojos se vuelven herramientas complementarias imprescindibles para el sistema de siembra directa asociado a los llamados puentes verdes con cultivos de servicio, apuntando a la mejora sustancial del suelo y al sostenimiento de los rindes.
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