viernes, 29 de marzo de 2024
Buscar

<<Volver al Inicio

El glifosato, los ingenieros agrónomos y la provincia de Córdoba

Se está desperdiciando “una gran oportunidad de sentarnos en una misma mesa todos los actores a discutir cuál es la forma de producir que nos conduzca como Nación a un desarrollo sustentable” y, por el contrario, “lo único que estamos logrando es seguir pateando la pelota para adelante”, expresó el presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos, Ing. Daniel Cavallin, en la nota editorial incluída en el Boletín Informativo de la entidad, distribuído en este mes de marzo.

El titular del CIAPC dedicó su columna de opinión a “algunos hechos significativos” que ocurrieron en las últimas semanas, que volvieron a poner al glifosato en el centro de la escena.

La Nota Editorial expresa:

En el transcurso de estas semanas ocurrieron algunos hechos significativos y que merecerían ser destacados.

Uno es la publicación de la Resolución 01/18 conjunta entre el Ministerio de Agroindustria y el de Ambiente, ambos de la Nación.
El otro es la sentencia de la Corte de La Haya a Monsanto condenándolos por Ecocidio.

En ambos hay un lugar común y es que subsiste la preocupación por este modo de producción, criticable y debatible, pero que en lugar de perder vigencia se profundiza cada vez más.

En uno se plantea la necesidad de sentarse a discutir sobre cuál sería la forma en la cual esta tecnología de producción cause el menor impacto posible en lo productivo, ambiental y también social, en tanto se pretende revertir la imagen negativa que determinadas prácticas agropecuarias generan en la sociedad.

En el otro se considera cosa juzgada sobre un único elemento en este juego: el glifosato. Pareciera que prohibiéndolo se solucionarían todos los problemas ambientales. Además, se deja entrever que acá concurren otros “intereses” que no son precisamente la defensa de la salud y del ambiente.

En definitiva, observamos que la discusión continúa centrada en un único elemento (los fitoterápicos, fitosanitarios, agroquímicos, agrotóxicos o como se lo quiera denominar) que resulta un insumo más en el proceso productivo.

En este juego, todos los jugadores creemos ser los más importantes pero al mismo tiempo nos hacemos los desentendidos (como en el juego del gran bonete) formando parte de una gran cadena de “irresponsabilidades” que, de seguir en esa lógica, no nos va a llevar a un sitio confortable sino todo lo contrario.

Hablemos solamente de la provincia de Córdoba.

La expansión agrícola nos llevó de una superficie de poco más de un millón de hectáreas en la década del ´80 a cerca de ocho millones de hectáreas en la actualidad.

Si bien es cierto que esta expansión permitió el incremento de las industrias metalúrgicas, agroalimentarias y de un cierto desarrollo en zonas que antes parecían inviables, no es menos cierto que este modelo (combinado con políticas agropecuarias profundamente equivocadas) llevó a una desaparición cercana al 38 % de las explotaciones agrarias (*1) (en el total del país de los 421.221 EAP’s la cantidad se redujo a 276.581 en el año 2007).

Hoy tenemos una concentración en la producción de soja del 80 % en manos de un 15 % de los productores, y una desaparición importante del stock ganadero y de la cantidad de tambos.

Desde 1993 a 2014 la provincia de Córdoba perdió 2.959.848.144 kilogramos de Carbono de los suelos agrícolas (*2) . Esta cantidad, llevada únicamente a valores de reposición de nitrógeno vía urea, nos arroja una cifra de U$S 2.883.170.771 (*3) .
Dicho esto, queda en franca evidencia que la discusión, si la centramos en las distancias de aplicación o en la simple prohibición de tal o cual producto, carece de sentido.

Creemos sinceramente que de esta manera lo único que estamos haciendo es desperdiciar una gran oportunidad de sentarnos en una misma mesa todos los actores a discutir cuál es la forma de producir que nos conduzca como Nación a un desarrollo sustentable, y lo único que estamos logrando es seguir pateando la pelota para adelante.

Y en este juego los jugadores somos muchos: la sociedad “ciudadana” (por llamarle con algún nombre para no incluir las sociedades “rurales o agrarias”), los productores o usuarios responsables, los dadores de tierras o arrendadores, los aplicadores (incluyendo en esta categoría no solo a los propietarios de máquinas sino a sus trabajadores), los profesionales(específicamente los Ingenieros Agrónomos)y el poder público, es decir los Gobiernos (quizás mal denominado Estado ya que esta palabra involucra una concepción mucho más amplia que los propios Gobiernos) en todas sus jurisdicciones.

Y acá es importante definir la cadena de “responsabilidades”. Todos somos Estado (o una porción del mismo), con nuestros derechos y obligaciones, y en esto:

> Sociedad “ciudadana”: Empoderarse del discurso ambiental (no ambientalista)y comenzar a formar parte en la discusión del modelo productivo en su conjunto. No alcanza con la protesta. Hace falta informarse, comprender y formar parte.

> Productores: Trabajar cada vez más en conjunto con los profesionales en la implementación de procesos productivos. Cumplir y exigir el cumplimiento de las leyes vigentes. Simplemente con eso alcanza para deslindar toda responsabilidad.

> Aplicadores: Habilitar su máquina, tener un operador habilitado, exigir que se cumplan todos los protocolos de seguridad e higiene y exigir la receta fitosanitaria para aplicar.

> Profesionales: Profesionalizar la Profesión. Trabajar mano a mano con los productores en la implementación de procesos productivos. Los insumos pasan, los procesos quedan. Dejar constancia de cada una de las recomendaciones, a partir del diagnóstico (anamnesis como dicen los médicos). Si hay que hacer un tratamiento fitosanitario entregar la receta correspondiente. Entender que la “profesionalización” de la tarea del Asesor corre por exclusiva cuenta de los Profesionales.

> Gobierno: Córdoba a partir del año 2017 inauguró una plausible experiencia como son las BPA’s. Una excelente iniciativa que busca en definitiva acercar la ciencia, la práctica y la política para lograr un mejor resultado global. Y cuando decimos global nos referimos a colocar en la balanza absolutamente todos los costos y beneficios que lleva un proceso productivo. Hay que profundizar esta política. Es bueno premiar a quien hace las cosas bien pero también es importante castigar a quienes hacen las cosas mal.

La fiscalización en el cumplimiento de las leyes es la pata más importante en la ejecución de las políticas de Estado, y las leyes son una expresión de esas políticas. Ley que no se fiscaliza puede ser una brillante expresión de deseos pero no es más que eso. Creemos que debemos intervenir todos los actores en busca de generar los consensos necesarios que conlleven hacia esa meta.

Las leyes están, son muchas y-en general- muy buenas. Algunas, como la 9164 (de productos químicos y biológicos de uso agropecuario) seguramente deben someterse a revisión en aquellos aspectos en los que la aplicación misma de la ley puso en evidencia que hay que modificarlos. Comencemos, entre todos, a elaborar los consensos que nos lleven a construir la foto de lo que queremos sea nuestra provincia para el año 2050. Nuestros hijos y nietos, agradecidos.

(*1) https://www.lanacion.com.ar/1192524-el-censo-agropecuario-confirmo-la-desaparicion-de-57000-explotaciones
(*2) Cálculos propios en base a datos de Estadísticas productivas del MAGYA Córdoba: http://magya.cba.gov.ar/Umsiia.aspx#anterior
(*3) Tomando como referencia un precio base de U$S 0,46/Kg. De Urea 46 %

7 comentarios

  1. Me parece muy bien el planteo de discutir con todos los actores involucrados en este tema: como deberíamos plantear la producción agropecuaria en Argentina, con la máxima productividad y la mínima degrafación del medio ambiente (eroción y contaminación). El mundo que se avecina demanda productos más nutritivos, menos contaminados y menos lesivos para el.medio ambiente. Entonces es necesaria la discución al respecto. Esto va más allá del Glifosato, el problema es integral con todos lid componentes de la producción, distribución, etc. hasta llegar a la góndola. El tema específico de la contaminación es enfocado, sin duda, hacia el glifosato por intereses particulares. No se tiene en cuenta los gases emanados por los autos que están envenenando el aire y nuestros pulmones, no se tiene en cuenta cuantos intoxicados y muertes hay por medicamentos mal usados, el mercurio que contamina a los atunes en el mar. La aspirinas, intoxican, por su mal uso, mucho más que cualquier otro medicamento y así muchos otros casos como los insecticidas de uso casero, etc. Con esto no estoy defendiendo al glifosato, solo que no hay que permitir que se lo cite como el único demonio de la contaminación. Hay que enfocar este tema integralmente con todo.lo que contamina nuestro ambiente y cuerpo. No podemos hecharle solo la culpa a la producción agropecuaria. Debemos enfretar el problema y tratar de mejorar nuestra posición agronómica. Y…. por cambien de léxico, hablen de productos FITOSANITARIOS y «destierren» las palabras agroquímicos y agrotóxicos, o acaso la aspirina no es química y en exceso no es tóxica? Empecemos nosotros, colegas, a cambiar un poco la imagen de muchos dr estos productos, que «bien usados» son muy útiles a la producción agrooecuaria.

  2. Es lamentable que las personas que pueden intervenir en estas cuestiones no se informen adecuadamente. La discusión sobre glifosato se creó como maniobra política durante la pelea por la circular 125. Ni los colegios profesionales, ni las entidades agropecuarios actuaron para desinflar el globo que alimentó el miedo de la población que pensaba que la estamos envenenando. Tampoco se acude a fuentes de información indiscutibles, como la OMS, la FAO, el Hospital Oncológico de Córdoba y muchas más que han investigado el tema. Se maneja un tema científico como un tema político. Agrego una pregunta: la alternativa a los herbicidas ¿es el arado? y éste ¿no es contaminante? ¿adonde haríamos agricultura entonces? ¿en los médanos? La siembra directa bajo cobertura es hasta ahora la mejor manera de preservar un recurso vital para alimentar a la población creciente.:EL SUELO

  3. German; me parece que opinas desde la falta de información y la necedad. Me imagino que no sos consciente del mal uso de agroquimicos, fertilizantes, etc. Te cuento que las napas están contaminadas!!! Tu cuerpo y el mío están contaminados!! Tengo camioneta y soy del palo de la agronomía, no soy Kircnerista ni peronista… pero pienso que debemos cambiar de manera urgente los paradigmas productivos, hay que pensar todo como un sistema, pensar en los demás, lo más importante es la salud, respirar Aire puro, beber agua de buena calidad. Cuantas personas murieron de cáncer a tu alrededor??? Que produjo la anomalía en sus células???
    Qué grado de contaminación tiene mi cuerpo???

  4. El problema REAL del glifosato (al igual que las sojas rr, OJO solo soja….nada de otro cultivo eehh…) fue lograr que el hombre de campo simplifique su labor, y al no tener malezas compitiendo, lograr mayor rendimiento y, por ende, poder bajarse de un sulky y subirse a una camioneta doble cabina, cosa que una parte de la parte de la sociedad que son mediocres, frustrados, resentidos, envidiosos y perseguidos por el pasado (setentistas o mejor conocidos como kirchneristas o peronistas), les da bronca el hecho de que alguien pueda progresar por cuenta propia sin tener que lamerle el culo al gobernante de turno.
    Ese, señores, es el verdadero problema del glifosato, porque si el campo no hubiese progresado, nadie diria nada..

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias