viernes, 29 de marzo de 2024
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La Universidad de Córdoba sometida a los violentos

A pedido de los decanos de las demás unidades académicas de la Universidad Nacional de Córdoba y del rector de la casa de estudios superiores, Ciencias Agropecuarias concedió derogar un convenio de colaboración científica con la empresa Monsanto, que ha sido objeto de duros cuestionamientos, por parte de la comunidad universitaria y particularmente de grupos de fanáticos activistas, que corrientemente se han manifestado dando muestras de intolerancia, violencia e impunidad. Ayer, se asistió a un nuevo acto de sometimiento de las autoridades de la UNC, porque no otra cosa se desprende de la pasividad con que se “ven” suceder los reiterados ataques y la conducta de esa falange de casi permanente presencia en las deliberaciones del Consejo Superior.

No conformes con que La Facultad de Ciencias Agropecuarias comunicara al cuerpo su decisión para distender el ambiente interno en la Universidad, el grupo “tiró” un líquido sobre el decano Marcelo Conrero, que también rozó al secretario General del Rectorado, Alberto León. En algún momento, inmediatamente después del episodio, se supuso que era glifosato. Conrero, posteriormente, no confirmó esa presunción. El decano limitó a una veintena de sujetos la «actuación» de los activistas “ambientalistas” (¿ambientalistas?).
No estuvimos en el lugar –sí escuchamos a Conrero haciendo declaraciones a distintos medios-, de modo que a partir de este punto del relato del episodio nos remitimos a la crónica del diario La Voz del Interior: “Con los rostros cubiertos con barbijos y capuchas, con palos, botellas y vasos repletos de glifosato, y hasta uno de ellos con una picana para ganado, los manifestantes gritaron, insultaron, amedrentaron y hasta agredieron físicamente a Conrero y a cuanto integrante del Consejo Superior osó contradecir sus reclamos”.
¿Qué hicieron las autoridades y el rectorado de la UNC para prevenir ese ataque y las posteriores agresiones? Nada. La única medida del Rector Tamarit fue “suspender la sesión y pasar a un cuarto intermedio”. No se conoce que haya dispuesto hacer alguna denuncia judicial o, cuanto menos, una presentación, una exposición. ¿Sería exagerado esto?
Así las cosas, permítasenos, como simples observadores y ciudadanos que sostenemos con nuestros impuestos a la educación pública, pensar que la conclusión de todo esto es una Universidad sometida a los violentos. Sería quizás aventurado suponer que la aquiescencia, es otra cosa.
Conrero confesó más tarde su tristeza por los hechos y por lo que estos significan: “Es un día triste para la UNC y para el futuro. Porque si se permite que 20 tipos impidan que funcione (la Universidad) estamos en problemas”.

Foto: la Voz del Interior.

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