jueves, 28 de marzo de 2024
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En 262 has. hacen agricultura y una ganadería rentable

Para los hermanos Alberto y Carlos Bunge, “1 + 1, no es 2, es igual a 3”. ¿Por qué esta alteración de la aritmética elemental que conocemos? Porque en 262 hectáreas, en pleno corazón de la zona núcleo sojera y maicera del país, en Pergamino, han logrado desarrollar un exitoso modelo que combina agricultura y ganadería con resultados económicos inconcebibles para un agricultor corriente. En consecuencia, las dos actividades “se potencian y sinergizan”. De allí el resultado: 1 más 1 es igual a 3.

En realidad lo que han conseguido, a lo largo de una década de perseverante trabajo, durante la cual la soja fue “reina” y la ganadería una relegada “cenicienta”, se orientó a construir una empresa familiar sustentable y rentable, que Alberto y Carlos integran junto con otros dos hermanos, Eduardo y Sara.
Valor Ganadero
Su experiencia fue una de las conferencias más escuchadas en el 1er. Simposio Valor Ganadero que, organizado por la Asociación de Cooperativas Argentinas, se realizó en Rosario, con alrededor de 500 asistentes. Ante la caída del precio de los granos y renovados augurios de un prometedor futuro para la ganadería –que siempre se vaticina pero que nunca termina de llegar, por las frecuentes interferencias y desatinos gubernamentales- las vacas parecen despertar nuevamente algún interés.
Accastello, gerente de Insumos Agropecuarios de la A.C.A., aceptó que con el congreso la Asociación planta bandera en la ganadería, para la cual cuenta “con desarrollos de alta productividad, como el sistema Ruter (patentado en el país y el exterior), producción de vacuna contra la aftosa, otros numerosos productos, cultivares de maíz, sorgo y pasturas, burlanda de la planta de bioetanol de Villa María”. Para la principal operadora en granos de la Argentina -14 millones de toneladas- la ganadería está llamada a tener “un futuro promisorio”.
Durante el “boom” de la soja
Lo llamativo de la experiencia de los hermanos Bunge es que la desarrollaron durante una década en que el gran negocio fue la soja.
No vaya a creerse que no les costó ponerse de acuerdo hace diez años y en otras ocasiones posteriores. Pero a las discrepancias las fueron resolviendo. “Nos propusimos un objetivo a largo plazo, no lo cumplimos en línea recta, lo transitamos con algunos zigzag. Podemos exhibir que de 54 vientres entorados iniciales hoy entoramos 210 (el total de hacienda es de 275 animales)”, informa Carlos. Y tienen nuevos planes para los años que vienen. Siempre, en las mismas 262 hectáreas.
El campo tiene bajos, un 30% aproximadamente, poco favorables para la agricultura. Pensaron en empezar por allí y hacer la primera inversión. (En la foto, Carlos y Alberto Bunge, con el ing. Alfredo González, que fue el moderador del panel en que hicieron la presentación de su experiencia).
Con toda la tecnología
Tuvieron que aplicar muchos cambios: “el primero, que más ruido interno generó, fue sacarle algunas hectáreas a la soja para hacer una pastura. Otro tanto aconteció cuando se decidió hacer silaje de maíz, vale decir, no vender el maíz como grano sino convertirlo en carne”, relata Alberto.
Se plantearon que si estaban “sembrando soja con la mayor tecnología” cómo no hacer lo mismo con la ganadería. Una disyuntiva que hace tiempo se escucha en reuniones ganaderas. “Una cosa que nos ayudó mucho fue meterle a la ganadería toda la tecnología que había: eso nos llevó a intensificar de la misma manera que hacíamos  la soja, solo que debíamos aplicar objetivos de más largo plazo que los 6 o 7 meses de la soja”, señalaron.
El trabajo, así concebido, les fue dando la razón. Y resultados.
Los números de un proceso
En 2005/2006, el índice de preñez se situaba entre 89 y 91%. En los últimos cinco años, ya está en un promedio del 95%.
El total de kilos de carne fue pasando de 22.000 kilos en el período 2006/2009 a 28.000 en el ciclo 2009/2012. En los últimos dos años llegaron a 37.695 kilos.
Ahora, apuntan a escalones de 47.000 y 58.000 kilos, que estiman alcanzables en los próximos dos o tres años. El campo se distribuye así: 30% bajos, 20% pasturas y ganadería de cría intensiva, resto agricultura.
El margen bruto reciente se ubica en U$S 389 por hectárea, equivalente –al momento del Simposio en Rosario-, a entre 13 y 15 quintales de soja. O sea, equiparable a un alquiler de campo. “Nuestros ingresos en la empresa cambiaron rotundamente. Antes, la ganadería aportaba un 20/30%, hoy con una soja de U$S 250 a 260 a cosecha, es casi 50%”, subrayan.
¿Entonces las vacas compiten con la soja?
Complementación y sinergia
Los hermanos Bunge no lo ven de ese modo. “No compiten, sino que se complementan y sinergizan”, responden. Esta “complementación de agricultura y ganadería” les permite “diversificar riesgos”, optimizar el aprovechamiento de precios que van ofreciendo los mercados, contar con “mayor estabilidad en nuestro flujo de fondos”, “capitalizarnos” y, en suma, “tener un buen resultado económico, equilibrado”.
Alberto considera que “la actividad ganadera permite mucha diversificación” dentro de su misma condición de “criadores básicos”: “podemos hacer encierre, feed lot, agregar valor vendiendo vaquillonas preñadas o inseminadas, terneros al destete o vaca gorda. El modelo es muy flexible y nos permite elegir lo que nos conviene hacer cada año”.
Adicionalmente, se encontraron con otros beneficios: presentarle combate a las malezas, que también en la zona dónde están emplazados son un problema. Carlos apunta que “la rotación con pasturas nos permite cortar los ciclos de las malezas, tenerlas mas raya. No quiere decir que hemos solucionado el problema pero sí que es otra herramienta para controlarlas”.
Hablando en criollo
¿Qué le diría a un productor de Córdoba que se transformó en netamente agrícola y que hoy se queja del precio de la soja y maíz?-, se les preguntó.
-“Hablando en criollo, le diríamos que hay que poner los huevos en distintas canastas. Creemos que se genera mucha más sustentabilidad y diversificación del negocio. Al principio, nosotros no teníamos grandes capitales para invertir en ganadería. Nos parece que hoy, a pesar de la situación de precios y de rentabilidad, un agricultor puro puede destinar unas toneladas de soja para comprarse algunas terneras o vaquillonas, igual que como empezamos nosotros, e ir definiendo qué quiere hacer en ganadería”-, sugirieron.

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