jueves, 18 de abril de 2024
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Triste noticia: falleció Don Raúl J. Romanutti, martillero en memorables remates de hacienda en Córdoba

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Fue el martillero de memorables remates de hacienda en el Norte de Córdoba, de 7.000 y más cabezas. El sepelio tuvo lugar el martes en el Cementerio Parque de Colonia Caroya. Una figura que hizo historia en el norte cordobés. Evocación y homenaje de todos los integrantes de Agroverdad.


Hace unos años, en un suplemento del diario La Nación se publicó una nota, que trazaba una semblanza y la historia de este legendario rematador de hacienda del Norte cordobés.


A modo de homenaje, reproducimos aquella nota.


El rematador que comenzó su oficio como un juego

Raúl J. Romanutti, un destacado martillero, relataba subastas en broma para divertir a sus amigos

Un personaje tradicional del Norte cordobés.


JESUS MARIA.- «El Negro» Romanutti fue el rematador de hacienda de mayores ventas en el norte cordobés en el pasado medio siglo. Desde chico anduvo mezclado con las vacas, y un poco por juegos de adolescente y otro poco, quizá, por una vocación que ya se despertaba en él, a los 15 años reunía a una «platea de compradores» de su misma edad en el matadero municipal de Colonia Caroya-Jesús María entre los que repartía apuestas «de a cuarto» -de a cuarto centavo-, como se estilaba en esa época, año 1942.


«Un cuarto, medio, tres cuartos, dos, un cuarto, medio, tres cuartos, tres?», voceaba a un ritmo que después supo mantener hasta hace una década, cuando se bajó de la tarima tras casi cincuenta años de trabajar como martillero.


Orillando los 80 años , don Raúl Romanutti conserva intacto el timbre de voz que lo caracterizó en subastas chicas y grandes, habituales de consumo o célebres, por el número de cabezas encerradas, de invernada y cría. Ahora, «jubilado», ya no trajina corrales y campos separando hacienda, pero no se crea que ha perdido vitalidad: sus días los reparte entre la familia, los amigos con los que apura casi diariamente partidas de naipes, la cafetería de la Sociedad Rural de Jesús María y «una casita de campo y 30 hectáreas» con las que se ha quedado para despuntar el vicio.


De vez en cuando, también pasa por la feria que administran sus hijos, actualmente en la vecina localidad de Sinsacate, pegada a Jesús María, hacia donde se han desplazado muchos negocios agropecuarios que han construido sus sedes a la vera de la ruta nacional N° 9.


¿Cómo fueron sus comienzos, don Raúl?, le consulta LA NACION. Es lo único que hace falta preguntarle para que dispare sus recuerdos, con lujo de detalles.


«Yo no quise estudiar -cuenta-. Mis dos hermanos mayores y mi hermana estudiaron los tres. Al salir de sexto grado, mi padre, que tenía una carnicería, me llama y me pregunta: «¿Y qué va a hacer usted, mi amigo, si no va a estudiar?». «Yo voy a trabajar con usted, papá», le contestó él.


Eso ocurrió hace 67 años, cuando tenía 12. «En ese tiempo no había camiones vaqueros, el matadero era municipal, había que traer la hacienda por arreo y la carne se repartía a domicilio. Yo salía con un sulky y en un cajón cubierto llevaba los pedidos, a las casas y quintas de la zona.»


A los 15 años comenzaría a ir al matadero para asistir a la faena diaria y retirar la carne para la carnicería. Es allí donde empieza a mostrarse como «relator» vocacional de partidos de fútbol.


«Agarraba un jarrón y hacía que les transmitía los partidos, con propaganda incluida, a otros chicos como yo», rememora.


Del fútbol a los remates

Cuando corría 1942, muy cerca se instaló una feria, a cuyos remates el grupo de jovencitos comenzó a asistir. Es entonces que de los partidos de fútbol pasa a relatarles a sus amigos remates de hacienda, conforme veía en la subasta. «Ponía a los otros chicos como si fueran el público y empezaba a rematar: un cuarto, medio, tres cuartos, dos (centavos), un cuarto, medio, tres cuartos, tres (centavos)», relata.


Por un tiempo no pasa de un juego. Recién en 1951, «El Negro» Romanutti, casi por casualidad, debuta con el martillo, en la liquidación de una estancia de la zona. Había ido como «comprador», y resultó que uno de los encargados del remate, Luis Imberti, lo sorprendió con un pedido: «Che, Negro, ¿no me querés rematar los yeguarizos?» «No sé de dónde sacó que yo podía hacerlo, pero lo cierto es que le contesté que sí», cuenta. Y agrega: «Me senté en un esquinero de un corral largo y angosto, por donde fueron pasando los caballos».


Primavera

Esa fue su primera vez «oficial». A partir de ahí tomó parte de casas consignatarias de Jesús María hasta que a mediados de la década de los 60 la Sociedad Rural de esa ciudad concursó el arrendamiento de sus instalaciones de feria.


En la primera vuelta «empata» en la oferta con otra firma. Gana un segundo llamado. Nace así la firma consignataria Raúl J. Romanutti, que en esos tiempos trabajaba con dos colaboradores que aún hoy continúan vinculados: Domingo del Fabro y Pedro Martínez.


Fueron años de auge de la ganadería en el Norte, con centro en Jesús María. «Llegamos a vender en un día más de 7000 animales en un remate especial de invernada, otras veces 6000, 5000, 4000, 3500? Arrancábamos a las 10 de la mañana y terminábamos a las 10 de la noche», recuerda.


Esas cifras son una rareza en la actualidad. En campos mejorados por la ganadería la región se agriculturizó y se enseñoreó la soja. La oleaginosa desplazó con rudeza a las vacas, a las que terminó arrinconando en algún que otro potrero o en campos muy al norte de la provincia o al Noroeste.


Don Raúl era de no callarse lo que sentía y pensaba. No pocas veces sermoneó con severidad a algún ministro o funcionario que asistían al inicio del remate de reproductores de la Exposición Rural. Se convertía entonces en vocero de las inquietudes de los ganaderos de la zona.


Pero hoy, la historia la escribe la soja en el norte cordobés. Aparte de la casa de campo tiene unas 500 hectáreas que arrienda y en las que los inquilinos siembran soja y trigo. «Yo nunca en mi vida pensé que podría tener mi campo afectado a la agricultura», comenta, aunque recuerda que hace varios años un amigo le aconsejó hacer una planta de silos. El le contestaba: «No, yo no voy a ser agricultor, voy a tener vacas siempre», dice. Y añade: «Si le hubiera hecho caso, hoy tendría un negocio extraordinario con los silos, además del arrendamiento».


Boom

«Este boom de la soja Dios quiera que no se corte nunca? pero, con esto de la soja, hay gente que está enloquecida, que ha arado potreros con gatton panic en estado fabuloso para criar vacas», reflexiona, reconociendo el impacto económico de la oleaginosa, pero sin mutar su apego a la ganadería.


Don Raúl nació el 28 de abril de 1925, «a las 6,30». «Me dicen «Negro» porque cuando nací era un negrito todo arrugado», apunta. Se casó en 1949 con Teresa Llorente: «Mi patrona ha cumplido 72 años el otro día; cuando se casó conmigo tenía 17». El matrimonio tuvo 3 hijos varones -que siguen en la firma Raúl J. Romanutti S.A.- y 2 hijas. «Y me han dado 16 nietos y un bisnieto», comenta don Raúl, mientras apura al cronista porque tiene comprometido un encuentro con los amigos para jugar una partida de tute. Juan Carlos Vaca (en ese entonces, Corresponsal en Córdoba del Diario La Nación).


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