jueves, 28 de marzo de 2024
Buscar

<<Volver al Inicio

¿Estamos ante umbrales críticos de «insustentabilidad»?

desertificacionweb

«Aunque existe una notoria incertidumbre sobre el impacto que ha tenido nuestra producción agropecuaria sobre el hábitat y la biodiversidad, otros indicadores, tales como los stocks de carbono, nitrógeno y fósforo en biomasa y suelo, están todavía lejos de la frontera de insustentabilidad», sostuvo Viglizzo. «Inclusive los indicadores que describen el riesgo de erosión del suelo y de contaminación de plaguicidas parecen haberse distanciado de sus umbrales críticos en el último medio siglo. Sin embargo, la situación de esos indicadores cambia cuando son evaluados a escalas menores», añadió.
Viglizzo, por ejemplo, mencionó como caso paradigmático el de la desertificación de extensas áreas de la estepa patagónica a partir del aumento desproporcionado de la carga ovina realizado desde comienzos hasta mediados del siglo pasado
Pero existen casos más cercanos en el tiempo, tales como los feed lots, en los cuales existe riesgo de contaminación de cuerpos y vías de agua superficial y subterránea por sobrecarga de nutrientes producida a través de las deyecciones del ganado.

Cambio climático y umbrales críticos

El concepto de sustentabilidad experimentó una nueva vuelta de tuerca a partir de un trabajo publicado en 2009 por el investigador sueco Johan Rockström y equipo en la revista Nature: «Un espacio de seguridad para la humanidad» (A safe operating space for humanity).En dicho trabajo se introdujo el concepto de «espacio operativo seguro», que implica identificar los umbrales críticos de un conjunto de indicadores de uso habitual.
Umbral crítico es aquel que marca el límite entre el comportamiento normal (lineal) y el comportamiento anómalo (no lineal) de un sistema. No lineal es aquel comportamiento que introduce cambios abruptos, catastróficos e impredecibles en un sistema, provocando un cambio de estado o de fase, a menudo irreversible, distintos al original.
«La desertificación es un ejemplo de ecosistemas que colapsaron luego de ser desplazados de su condición original de equilibrio. El límite intangible que separa un comportamiento lineal de un comportamiento no lineal de un indicador dado es el umbral crítico de ese indicador», explicó Viglizzo.
En su trabajo, Rockström indicó que algunos sistemas ya habrían superado su umbral crítico de insustentabilidad a escala global: uno de ellos es la pérdida de biodiversidad y el otro es el aumento de la concentración de nitrógeno reactivo en la atmósfera (o sea el nitrógeno activado por intervención humana que hoy perturba los ciclos biológicos de este elemento). «La pérdida global de biodiversidad parece haber alcanzado un punto tan crítico que algunos científicos indican que estaríamos ya en medio de una sexta extinción masiva de especies en la historia del Planeta», apuntó Viglizzo.
«Contrariamente a lo que podría esperarse, el trabajo de Rockström indica que el cambio climático todavía no habría superado los umbrales críticos que podrían alterar drásticamente la base de hielo polar, el funcionamiento del sistema climático global y la propia vida sobre la Tierra», apuntó el investigador argentino.
¿Qué aplicaciones tiene ese concepto en la Argentina? Viglizzo dijo que, más allá del hecho de que los valores promedio que registran varios indicadores ecológicos y ambientales a escala nacional no disparan señales de alarma inminente, es necesario reconocer la emergencia de umbrales críticos de insustentabilidad a escalas menores.
«Ciertos indicadores requieren contar en poco tiempo con señales de alerta temprana que indiquen una aproximación a umbrales críticos y para ello es clave el aporte de conocimiento de la ciencia», comentó.

Reducción de stocks de fósforo

Pero existen al menos otros dos indicadores que levantan interrogantes a futuro: los stocks declinantes de fósforo en el suelo en muchas regiones productivas argentinas y la extracción de agua subterránea para riego de cultivos.»Hay evidencias muy concretas de reducción de los stocks de fósforo en la región pampeana particularmente. Un trabajo realizado a partir de ensayos realizados durante nueve años en grupos CREA de la región sur de Santa Fe determinó que, con niveles inferiores de 20 ppm de fósforo en el suelo, el sistema ingresa en una zona de turbulencia; ahí tenemos identificado un umbral a partir del cual podemos estar en situación de riesgo», explicó Viglizzo.
«También hay señales claras que el número de hectáreas bajo riego a partir de acuíferos subterráneos crece exponencialmente en algunas provincias argentinas. Este proceso se desarrolló sin haberse evaluado debidamente cuánta agua se extrae para el riego y cuánta agua se recarga a través de las lluvias. Las tendencias del nivel freático, muy poco evaluadas todavía en el país, pueden ayudar a esclarecer cuán seguro es el cambio de sistema que está ocurriendo de manera silenciosa», apuntó.
«Tenemos que ser concientes que, si bien podemos extraer agua subterránea con ligereza, éste no es un recurso ilimitado; tenemos que saber cuál es la tasa de recarga del mismo y aquí los agrónomos vamos a necesitar la ayuda de los hidrogeólogos para conocer la disponibilidad real del recurso», insistió.
«El gran dilema de los próximos años va a ser la gestión del agua. El clima en las regiones subhúmeda y semiárida argentina tiene fases secas y húmedas que son cíclicas; aparentemente en los últimos años, específicamente a partir del año 2002, estaríamos ingresando en una fase seca en esa franja del país y eso nos obliga a ser más cuidadosos con el uso del agua», agregó.

Huella de carbono

Existen dos enfoques complementarios para medir la «huella de carbono». El primero de ellos es el organizacional, por medio del cual se pretende medir la cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero asociadas a una determinada actividad desarrollada por una empresa, sector económico o ente gubernamental.
El Greenhouse Gas Protocol (GHG Protocol) es la metodología más empleada a nivel internacional para realizar inventarios organizacionales de GEI. Vale recordar que los seis GEI previstos en el Protocolo de Kioto son dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidroflourocarbonos (HFCs), perflourocarbonos (PFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6). La unidad de cuenta establecida para calcular las emisiones es la tonelada de dióxido de carbono equivalente (teq CO2). Por ejemplo: el metano (CH4) se contabiliza con una equivalencia 21 a 1. Es decir: una tonelada de metano se contabiliza como 21 toneladas de CO2 equivalente.
El otro enfoque es el que trabaja sobre el ciclo de vida de un producto: abarca la originación de la materia prima, procesamiento, distribución, uso y disposición final. Es un cálculo bastante complejo porque debe considerar, además del producto en sí mismo, el envase y la disposición final de ese material.
El cálculo de la huella de carbono de un producto puede ser útil para analizar el consumo energético presente en el ciclo de vida del mismo y evaluar sí eventualmente es posible aplicar medidas de reducción o eficientización energética. También podría representar una herramienta comercial para posicionar un determinado producto entre consumidores de altos ingresos de algunas naciones europeas.
«Nosotros quizás no somos tan eficientes en producción medida por unidad de tierra, pero sí lo somos en producción por unidad de energía empleada», comentó Viglizzo.
«¿Cuánto cuesta en términos de huella de carbono hacer cruzar un producto por el océano para que llegue a Europa? Esta es una cuestión emergente que puede llegar a representar una barrera para-arancelaria para nuestros productos agropecuarios», añadió.

Huella del agua

Otro de los indicadores clave es la eficiencia en el uso de agua para producir una tonelada de un producto («huella del agua»). «Existen países que son deficitarios en agua y otros son superavitários; es decir, algunos países pueden emplear sus excedentes de agua para producir alimentos y exportarlos, con lo cual están exportando agua virtual», señaló el investigador argentino.
«De esta manera, si se estima que para producir una tonelada de soja se requieren alrededor de 900 litros de agua y eso puede ser certificado, entonces eso podría ser una ventaja para nuestros productos en aquellos mercados que deban emplear sus recursos de agua para uso humano al no disponer de ese recurso en abundancia», puntualizó.{jcomments off}

Últimas noticias